Abordar el problema de la desigualdad de género y empoderar a las mujeres reduce el hambre

El más reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), aborda la situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios contemplando desde la producción, distribución y consumo.

De acuerdo con el informe abordar el problema de la desigualdad de género y empoderar a las mujeres reduce el hambre, estimula la economía y refuerza la resiliencia ante crisis como el cambio climático y la pandemia de la enfermedad por coronavirus.

A escala mundial, las mujeres trabajadoras están empleadas en los sistemas agroalimentarios por un 36 %; mientras que los hombres trabajadores, por un 38%. Sin embargo, el papel de las mujeres tiende a estar marginado y sus condiciones laborales suelen ser peores que las de los hombres, en trabajos irregulares, informales, a tiempo parcial, poco cualificados o que requieren un uso intensivo de mano de obra.

Las mujeres también tienen menos seguridad en la tenencia de la tierra y menos acceso al crédito y a la formación, y tienen que trabajar con tecnologías diseñadas para hombres. Junto con la discriminación, estas desigualdades dan lugar a una brecha de género del 24% en la productividad entre mujeres y hombres agricultores para explotaciones de igual tamaño.

QU Dongyu, Director General de la FAO, sostiene que “Si abordamos las desigualdades de género endémicas en los sistemas agroalimentarios y empoderamos a las mujeres, el mundo dará un salto adelante en la consecución de los objetivos de poner fin a la pobreza y crear un mundo sin hambre”.

De hecho, en el estudio se explica que cerrar la brecha de género en la productividad agrícola y la brecha salarial en el empleo agrícola aumentaría el producto interior bruto mundial en casi 1 billón de dólares y reduciría el número de personas que padecen inseguridad alimentaria en 45 millones.

En el documento se explica que si la mitad de los pequeños productores contaran con intervenciones de desarrollo centradas en el empoderamiento de las mujeres, se produciría un aumento significativo de los ingresos de otros 58 millones de personas y de la resiliencia de otros 235 millones.

“Lograr unos sistemas agroalimentarios eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles dependerá del empoderamiento de todas las mujeres y de la igualdad de género. Las mujeres siempre han trabajado en los sistemas agroalimentarios. Es hora de que hagamos que los sistemas agroalimentarios funcionen para las mujeres”, añadió QU

Desigualdad relacionada con el clima y las crisis económicas mundiales

Cuando las economías se contraen, señala el informe, los puestos de trabajo de las mujeres son los primeros en desaparecer. A escala mundial, el 22% de las mujeres de los segmentos de los sistemas agroalimentarios que se desarrollan fuera de la explotación agrícola perdieron su empleo en el primer año de la pandemia de la COVID-19, frente al 2 % de los hombres.

Durante la pandemia aumentó también más rápidamente la inseguridad alimentaria de las mujeres, que además tuvieron que asumir más responsabilidades de cuidado, lo que supuso que las niñas faltaran más a clase que los niños. También aumentó la violencia de género, especialmente la violencia doméstica contra las mujeres y las niñas.

Igualmente, en el estudio se confirma que las mujeres son más vulnerables a las perturbaciones climáticas y los desastres naturales, ya que la escasez de recursos y las normas discriminatorias de género dificultan su adaptación. Por ejemplo, la carga de trabajo de las mujeres, incluidas las horas trabajadas en la agricultura, tiende a disminuir menos que la de los hombres durante las perturbaciones climáticas, como las situaciones de estrés térmico.

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