La Organización Mundial de la Salud indica que antes de cumplir los seis meses, un bebé no necesita otros alimentos, más que la leche materna exclusiva, pues esta cubre todos los requerimientos nutricionales de esa etapa. A partir del segundo semestre de vida, cuando inicia la introducción de alimentos diferentes a la leche materna (alimentación complementaria), el bebé obtendrá los beneficios de los cereales, siguiendo las recomendaciones del pediatra en cuanto a ingredientes.
Los cereales en general, como maíz, arroz, trigo, cebada y avena forman parte de la alimentación complementaria, en su mayoría, son fortificados con vitaminas y minerales para convertirse en un alimento adecuado a las necesidades específicas del bebé durante el primer año de vida. Por ejemplo, los cereales infantiles ofrecen:
- Carbohidratos de fácil digestión que aportan la energía para esta etapa de crecimiento y desarrollo del bebé.
- Contribuyen a reforzar el sistema inmune del niño, todavía frágil entre los 6 meses y los 3 años, gracias a la fortificación con vitamina A y minerales como el zinc.
- Son ricos en hierro y vitaminas del grupo B (B1, B6, B3) que apoyan a las necesidades específicas de los pequeños en etapa de rápido crecimiento.
- Ofrecen diferentes variedades de un solo cereal y mezcla de cereales siendo de gran ayuda como primer paso hacia la alimentación complementaria y el descubrimiento de nuevos sabores. Es el inicio de su despertar sensorial.
Al momento de iniciar la alimentación complementaria es importante elegir un cereal especialmente creado para el infante. “Los cereales infantiles fortificados, a diferencia de una avena común que encontramos en el supermercado, en su mayoría están enriquecidos con hierro y zinc, nutrientes importantes para el desarrollo del bebé. La ventaja es que con muy poco alimento se pueden conseguir muchos nutrientes. Recordemos que el estómago del bebé es muy pequeño, así que debemos darle lo que realmente es necesario”, comentó Edilda Castroverde, experta en nutrición, salud y bienestar en Nestlé Centroamérica.
“Otra ventaja es que tienen probióticos, bacterias benéficas que forman la flora intestinal y apoyan a la buena salud digestiva. Además, contienen carbohidratos hidrolizados que proporciona una textura suave, adecuada para sus primeras comiditas”, destacó Castroverde.
Cuando el niño empieza mantenerse sentado, a gatear o a dar sus primeros pasos, la demanda energética aumenta. Debido a esto, los alimentos que aporten energía, como los carbohidratos presentes en cereales, verduras y frutas, deben formar parte de su dieta.
En general, se sugiere ofrecer aproximadamente 5 cucharadas de cereal infantil o la porción sugerida en el empaque. Esta porción irá incrementándose a medida que el infante vaya creciendo, pues su demanda nutricional y capacidad gástrica aumenta. Una vez el niño haya tolerado un solo alimento a la vez, se pueden mezclar, por ejemplo, el cereal con frutas o verduras.
“En Nestlé nuestro propósito es desarrollar todo el poder de la alimentación para mejorar la vida, hoy y para las futuras generaciones. Por ello, hemos creado productos que satisfagan las necesidades de los consumidores. En nuestro portafolio contamos con el cereal infantil Nestum, el cual aporta por cada porción, el 50% del hierro diario recomendado. Además del hierro, el cual contribuye al desarrollo cerebral, contiene 15 vitaminas y minerales que apoyan su crecimiento y desarrollo. Es único con Probiótico Bífidus B que ayuda a fortalecer el sistema gastrointestinal. Combinado con diferentes frutas y verduras, brindará una mejor nutrición a los pequeños”, finalizó Edilda Castroverde, experta en nutrición, salud y bienestar en Nestlé Centroamérica