El más reciente informe de actividad bancaria compartido por la Superintendencia de Bancos de Panamá destaca que al mes de abril el otorgamiento de préstamos nuevos registró un aumento del 20%, equivalente al $7,818 millones. Este incremento contrasta con el mismo período del año anterior, cuando la cifra ascendía a $6,532 millones, lo que representa un aumento de $1,286 millones.
Los sectores económicos que lideran este crecimiento en la cartera de nuevos créditos son las empresas financieras (142%), la agricultura (60%), la industria (40%) y el consumo personal (31%), en línea con las dinámicas cambiantes de la economía y las necesidades específicas de cada sector.
La cartera de crédito local del SBN, alcanzó un saldo de $61,584 millones, lo que refleja un incremento de 5.0% en comparación con igual período del año anterior, lo que se traduce en un crecimiento de $2,952 millones.
Otro indicador positivo es el volumen de depósitos captados en la plaza, que ha aumentado un 7.82%, alcanzando un total de $94,126.22 millones, reflejando la confianza de los ahorristas e inversionistas del país y destacando la solidez del sistema financiero.
Paralelamente, se registró un aumento del 9.33% en el patrimonio neto, evidencia de un fortalecimiento de la estructura financiera y una base de capital más robusta.
El Centro Bancario Internacional de Panamá (CBI) también ha experimentado un aumento en sus activos totales, alcanzando los $148,697.36 millones, lo que representa un incremento interanual de $7,241.61 millones, o un 5.12%.
Este incremento se atribuye a una estrategia enfocada en maximizar el retorno sobre los activos productivos, junto con una gestión activa y estratégica de los recursos disponibles, fortaleciendo así la estructura de capital y pasivos.
A pesar de estos resultados alentadores, es necesario considerar una previsión prospectiva adicional ante los desafíos de un contexto económico que se anticipa menos dinámico en 2024. Las entidades bancarias deben evaluar cuidadosamente la posibilidad de deterioro en la cartera y otros riesgos emergentes.
Estos resultados subrayan la resiliencia del sistema bancario ante la incertidumbre internacional, con márgenes de liquidez y solvencia adecuados en el contexto de un aumento de la intermediación financiera.