La burocracia crónica y la ineficiencia gubernamental bloquea el desarrollo del país

La burocracia crónica y las ineficiencias de las instituciones del Estado están cobrando a Panamá un alto precio en desarrollo económico y humano. Todos los días cientos de empresas, grandes, pequeñas y medianas, así como emprendedores ven cómo sus esfuerzos e iniciativas de negocios se ven gravemente afectados. En muchos casos, incluso arruinados como resultado de la ausencia o mal funcionamiento de sistemas, procedimientos y mecanismos institucionales.

Hemos llegado a aceptar como normal que cuando se trata de trámites relacionados con el Estado, existan demoras injustificadas, sobre costos en los procesos, retrasos en los pagos y una serie de situaciones que perjudican gravemente la actividad empresarial. Sin embargo, esto no debería ser así. Por esta razón, como gremio, exigimos un cese definitivo a estas prácticas que causan tanto daño a nuestro país.

Los impactos de estas ineficiencias son profundos y duraderos. Por un lado, las empresas gastan tiempo y recursos adicionales para cumplir con regulaciones mal implementadas, sortear papeleo interminable o lidiar con trámites imprevistos. Esto no solo aumenta los gastos de operar, sino que genera costos más altos para los consumidores. Estas trabas también provocan retrasos en el inicio de nuevos proyectos, el lanzamiento de productos o la expansión comercial. Se limita así a los empresarios panameños que por costo de la burocracia dejan de ser competitivos ante los cambios y oportunidades del mercado.

En un momento en que nuestra economía necesita más que nunca de innovar y ser más eficiente, los obstáculos que generan las instituciones no hacen otra cosa que desalentar la innovación. De hecho, debido a la injustificada tramitología y las demoras, diferentes emprendedores y empresarios, varios de ellos miembros de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá, nos han comunicado su intención de dejar de producir o comercializar algunos productos y servicios por la incapacidad de sobrepasar los obstáculos burocráticos.

Las empresas medianas y pequeñas, que componen el 96% de nuestro sector privado, son las que más sufren ante las barreras que impone la burocracia, ya que se trata de gastos que simplemente se convierten en potenciales cierres o quiebras.

La burocracia crónica, con su característica falta de transparencia, suele ser también el caldo de cultivo para la corrupción. Trámites y procesos formales que puedan ser dirimidos desde la más absoluta discrecionalidad fomentan un mercado de favores y pagos indebidos, que deben ser castigados con todo el peso de la ley.

No deja de ser paradójico también que burocracias como las nuestras terminen utilizando, por su propia ineficiencia, más recursos de los necesarios debido a esfuerzos duplicados, procesos innecesarios y falta de coordinación. Estos recursos podrían usarse mejor en otras necesidades, lo que conduciría a mejores servicios públicos y entornos comerciales más favorables.

En el mediano y largo plazo, la ineficiencia institucional afecta la productividad y limita seriamente el crecimiento económico, por lo tanto, el empleo y el intercambio de bienes y servicios en el país. No se trata de crear un entorno de negocios sin supervisión. Lo que exigimos es que esa supervisión en lugar se convertirse en limitantes crónicas, se convierta en promotor de un ambiente de negocio sano y vigoroso, con instituciones modernas y tecnológicamente avanzadas.

En los últimos años hemos visto con buenos ojos la implementación de tecnología para crear eficiencia en la entrega de servicios en instituciones como el Tribunal Electoral y la emisión de la cédula, la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre y la entrega de la licencia de conducir o la Autoridad de Pasaportes de Panamá; así como, para la distribución subsidios a la ciudadanía. De la misma manera invitamos al gobierno a invertir y ejecutar acciones orientadas a plataformas tecnológicas que permitan hacer trámites en línea y a presentar información de transparencia en tiempo real. Solo con esas herramientas lograremos una cultura de eficiencia y equidad de oportunidades para todos los comerciantes independiente de su tamaño y capacidad económica.

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