El embarazo de Carmen Cecilia avanzaba con total normalidad a sus 35 semanas, pero aquella mañana estando en su oficina un malestar poco usual llamo su atención, un dolor de cabeza intenso y fuerte lo cambio todo.
Comenzó a presentar preeclampsia, una complicación grave por lo que fue necesario practicar una cesárea para no poner en riesgo la vida del bebe y la suya. Su niño nació prematuro y debió permanecer algunos días en el hospital.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15 millones de bebes prematuros nacen cada año, lo que representa más de uno de cada diez bebés nacidos en todo el mundo.
Recientemente la OMS presentó nuevas directrices para mejorar las posibilidades de supervivencia y los resultados de salud de los bebés nacidos prematuramente.
El documento indica que inmediatamente después del nacimiento debe producirse el contacto piel con piel con la madre, conocido como el “método de la madre canguro”, en lugar de dedicar la primera fase tras el parto al cuidado en incubadora, lo que refleja beneficios para la salud que aporta el hecho de que la madre y su bebé prematuro estén juntos tras el nacimiento, en lugar de ser separados.
En el documento también se recomienda garantizar el apoyo emocional, económico pues las familias con bebes prematuros se enfrentan a situaciones de estrés por los cuidados que requiere el recién nacido.
El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus director general de la OMS, indicó que “los bebés prematuros pueden sobrevivir, prosperar y cambiar el mundo, pero a cada bebé hay que ofrecerle esa oportunidad”. “Estas pautas ponen de manifiesto que la mejora de los resultados de estos bebés pequeños no siempre pasa por encontrar soluciones basadas en la tecnología más avanzada, sino por garantizar el acceso a una atención sanitaria esencial centrada en las necesidades de las familias”.
En tanto, la Dra. Karen Edmond, responsable médica de la salud de los recién nacidos en la OMS, argumenta que “el primer abrazo con uno de los padres no solo es importante desde el punto de vista emocional, sino que también es absolutamente crítico para mejorar las posibilidades de supervivencia y los resultados de salud de los bebés pequeños y prematuros”. “Durante la época de la COVID-19 hemos aprendido que muchas mujeres eran separadas innecesariamente de sus bebés, lo que puede tener consecuencias catastróficas para la salud de los que nacen prematuramente o pequeños. Estas nuevas directrices subrayan la necesidad de atender a las familias y a los bebés prematuros como una unidad, y de ofrecer a los padres el mejor apoyo posible en un momento que suele ser especialmente estresante y angustioso”.