Lucresia Chávez, la artesana ocueña que hace patria con la confección de polleras montunas

Lucresia Chávez tiene más de 30 años de confeccionar las polleras montunas ocueñas, las camisas estilizadas, las cambras, las camisillas y otras piezas típicas de nuestro país.

A sus 66 años esta veterana artesana, beneficiaria del programa 120 a los 65 del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), ha logrado acumular una vasta experiencia en los menesteres de la costura.

El murmullo de su máquina de coser avisa que su emprendimiento está en marcha. Los retazos de tela se unen con los encajes y, luego de varios minutos, el diseño de una pollera se asoma. Hace una pausa y su máquina de coser se detiene, abre un cajón de madera y saca de este hilo y aguja, y con la precisión de un cirujano los ensarta para hacer un zig zag en medio de dos líneas. Luego remata la costura con dos lacitos de color azul. Esta técnica la repite una y otra vez, hasta obtener líneas paralelas perfectas.

Transcurrirá más de un mes para que esta pollera esté lista. Más del 80% de su trabajo lo hace a mano, de allí que sus polleras son conocidas por toda la provincia de Herrera. 

El emprendimiento de Lucresia es pequeño. Sus pedidos llegan para fechas puntuales como las fiestas patrias y el Festival Nacional del Manito que se celebra en el mes de agosto.

Cuenta que parte del material que utiliza para la confección de sus vestidos lo obtiene de la transferencia que recibe del programa 120 a los 65.

Para esta encantadora abuela ocueña su emprendimiento tiene una doble función: generar recursos para su familia y mantenerla ocupada. Y es que con la costura se entretiene y mantiene activa.

“Siempre estoy diseñando, pensando en cómo puedo mejorar mi técnica, y eso es bueno para mí. Todos tenemos un talento, el mío es diseñar polleras”, destacó.

Lucresia cursó hasta sexto grado de primaria, pero es toda una profesional en lo que respecta a la costura. Asegura que aprendió observando a su padre y que, en la confección de su primer traje, fue que intuyó que la costura era lo suyo, por eso ha dedicado toda su vida productiva a este oficio.

Con gran orgullo dijo que sus vestidos han llegado a lo más alto en diversos concursos. En el Festival del Manito, sus polleras han sido premiadas con el primer y segundo puesto. Para ella, representar a su pueblo natal en estos eventos es el mejor regalo que le ha brindado la vida. 

A su memoria llegan sus años mozos, en los que no tuvo la oportunidad de obtener un empleo que le permitiera cotizar para una jubilación o pensión. Para ese entonces -recuerda Lucrecia- no era usual que las empresas pagaran seguro social. Esa fue la razón por la que nunca cotizó o pudo acceder a ningún programa de protección social. Por eso, 120 a los 65, representa esa jubilación que nunca tuvo, pero que siempre mereció.

Al igual que Lucresia, otros 121 mil panameños de todo el país están bajo la cobertura del programa 120 a los 65, que brinda protección a aquellos panameños que, por su edad y vulnerabilidad social, no perciben ingresos.

Con la transferencia que recibe Lucrecia compra medicamentos y alimentos.  Pero eso no es todo. Desde que ingresó al programa ha podido acceder a los servicios médicos de forma gratuita.

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