El cáncer de pulmón se ha convertido en el tipo de cáncer más frecuente a nivel mundial, superando incluso al cáncer de mama. Desde hace más de una década, esta enfermedad representa la principal causa de muerte relacionada con el cáncer en el mundo. En América Latina, aunque su incidencia se encuentra entre el cuarto y séptimo lugar, sigue siendo la mayor causa de mortalidad oncológica en la región.
Por año son diagnosticados más de 300 mil casos nuevos, este panorama convierte al cáncer de pulmón en un problema de salud pública prioritario.
Uno de los principales desafíos en el tratamiento del cáncer de pulmón es su detección tardía, señaló Eleazar Macedo Pérez, especialista en Oncología Médica.
A nivel mundial, el 60% de los pacientes son diagnosticados en etapas metastásicas, esto se debe a que el cáncer de pulmón suele ser asintomático en sus fases iniciales y sus primeros síntomas, como tos persistente y dificultad para respirar, son frecuentemente atribuidos al tabaquismo. Cuando aparecen signos de alerta más graves, como tos con sangre o dolor torácico intenso, la enfermedad ya se encuentra en una etapa avanzada, añadió Macedo Pérez.
Para mejorar los diagnósticos y aumentar las tasas de detección temprana, indica el especialista, es crucial identificar a los pacientes de alto riesgo y realizar tomografías tempranas como una herramienta clave que permite detectar el cáncer de pulmón antes de que presente síntomas. “Detectarlo en una fase inicial puede significar la diferencia entre un tratamiento curativo y una enfermedad avanzada con pocas opciones terapéuticas”.
Explica el doctor Macedo Pérez que una de las herramientas clave en esta investigación es la biopsia líquida, que permite analizar el ADN tumoral circulante en la sangre del paciente. Este método no invasivo facilita la detección de mutaciones emergentes y ayuda a personalizar los tratamientos de manera más precisa. Gracias a estos avances, los pacientes pueden recibir terapias más efectivas y mantener el control de la enfermedad por más tiempo.
Para el especialista en Oncología Médica, el reto sigue siendo enorme y requiere la implementación de estrategias de prevención, diagnóstico oportuno y acceso a terapias innovadoras que permitan mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Nueva opción terapéutica en cáncer de pulmón
Nuevas líneas de investigación han identificado que el cáncer desarrolla nuevas mutaciones para defenderse de las terapias existentes, lo que impulsa el diseño de nuevos fármacos que puedan superar estas resistencias.
AstraZeneca apuesta por Tagrisso (osimertinib) una terapia dirigida de tercera generación utilizada para tratar el cáncer de pulmón no microcítico (CPNM: tipo de cáncer que se caracteriza por el crecimiento rápido de las células anormales) con metástasis en el sistema nervioso central (SNC). Este medicamento se ha utilizado para tratar a más de 800.000 pacientes en todas sus indicaciones a nivel mundial y se continúa explorando como tratamiento para pacientes en diferentes estados de cáncer de pulmón no microcítico con mutación en el receptor del factor de crecimiento epidérmico (CPNM EGFRm).
Tagrisso (osimertinib) junto con la quimioterapia reduce el riesgo de progresión de la enfermedad o muerte en un 38% en comparación si se utiliza un solo medicamento o terapia. Este medicamento mejora la supervivencia libre de progresión en 8,8 meses en pacientes con cáncer de pulmón.
“Para nosotros es un paso muy importante poder acercar la innovación a los pacientes oncológicos, que son el centro de todas nuestras acciones. Apostamos por el desarrollo de tratamientos que logren mejorar la vida y específicamente a quienes padecen cáncer de pulmón, tener la posibilidad de brindar opciones terapéuticas dirigidas pues la mayor cantidad de pacientes son diagnosticados en estadios avanzados lo que complica la atención y tratamiento”, añadió el Dr. Andrés Rojas, Director Médico de AstraZeneca para Centroamérica y Caribe.