Miles de familias panameñas siguen esperando oportunidades laborales que les permitan sostener a sus hogares y proyectar un futuro con estabilidad. La paciencia ciudadana se agota, y las cifras confirman que el desempleo continúa siendo uno de los principales desafíos del país.
Recientes encuestas han revelado que la mayoría de los panameños identifica al desempleo, los salarios bajos y la inseguridad como sus mayores preocupaciones. Estas cifras no son simples datos: detrás de ellas se encuentran historias de jóvenes que no logran iniciar su vida productiva, madres que sostienen hogares con empleos temporales e informales, y profesionales que ven limitada su capacidad de crecer y aportar al desarrollo nacional, sostiene Giulia De Sanctis, Presidenta de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa.
Las estadísticas oficiales revelan una situación laboral en Panamá bastante precaria. El desempleo general alcanza el 9.5%, mientras que el desempleo juvenil se eleva al 17.8%, afectando especialmente a las mujeres jóvenes. Entre 2013 y 2023, se perdieron 26,000 empleos formales en el sector privado, mientras que el empleo informal y la cantidad de funcionarios públicos aumentaron significativamente. Esta situación indica una dependencia insostenible del Estado como principal productor de trabajos formales, financiado con deuda pública, y un sector empresarial que ha perdido su rol de generador empleo, con un creciente sector informal. Urge realizar los ajustes necesarios para alcanzar la meta de un sistema que crea trabajos decentes.
APEDE reconoce los aportes de programas como “Mi Primer Empleo”, que han abierto puertas a la juventud, así como el impulso al Observatorio del Mercado Laboral para producir políticas de empleos para mejorar la inserción laboral y el esfuerzo de instituciones como el Instituto Técnico Superior Especializado (ITSE), que con innovación y calidad académica garantiza empleabilidad a sus egresados. Sin embargo, el verdadero reto no es únicamente abrir la puerta al primer empleo, sino garantizar que esos puestos sean sostenibles, justamente remunerados y con posibilidades de crecimiento.
Para De Sanctis, se requiere un enfoque integral que combine capacitación continua y pertinente, adaptada a las demandas de sectores estratégicos como logística, turismo, energía, tecnología y servicios financieros; Intermediación laboral moderna; apoyo al emprendimiento y a las pymes, que son generadoras naturales de empleo, con especial atención a las mujeres emprendedoras y políticas activas de inclusión, que faciliten la incorporación de jóvenes, personas con discapacidad y poblaciones en situación de vulnerabilidad.
El sector privado, motor natural de la economía, está dispuesto a seguir invirtiendo y creando valor, pero requiere un entorno favorable. Por ello es indispensable que el Estado asuma su rol de facilitador: invirtiendo en infraestructura, promoviendo la atracción de capital extranjero, garantizando reglas claras y estabilidad jurídica, y simplificando los trámites a través de la digitalización y la inteligencia artificial.
El empleo digno es el cimiento de una sociedad más equitativa y estable. Cuando los ciudadanos tienen acceso a trabajos de calidad, se fortalece el consumo, se dinamizan los negocios, crece la recaudación fiscal y se reduce la desigualdad.
La ciudadanía no pide diagnósticos ni promesas, pide resultados. El país cuenta con recursos, talento y sectores estratégicos que pueden impulsar un ciclo virtuoso de crecimiento. Lo que falta es acción decidida y coordinada entre el Estado, el sector privado y los trabajadores. La generación de empleo debe convertirse en la prioridad nacional, porque es allí donde se juega el bienestar presente y futuro de la nación.