Al menos 4500 millones de personas —más de la mitad de la población mundial— no estaban totalmente cubiertas por servicios de salud esenciales en 2021. Dos mil millones de personas tenían dificultades financieras, y más de 1300 millones se veían abocadas a la pobreza, o aún más hundidas en ella, simplemente por tratar de acceder a servicios de atención de salud básica, así lo indica el informe de monitoreo mundial de la cobertura sanitaria universal 2023 publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Grupo Banco Mundial.
De acuerdo con el informe, en las dos últimas décadas, menos de un tercio de los países han mejorado la cobertura de los servicios de salud y han conseguido que se reduzcan los gastos catastróficos directos en salud. Además, 96 de los 138 países de los que se dispone de datos sobre las dos dimensiones de la cobertura sanitaria universal (la cobertura de los servicios y la protección financiera) están lejos de alcanzar los objetivos fijados para una de estas dimensiones o para ambas.
Ante este panorama, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), los dirigentes mundiales aprobaron una nueva declaración política titulada “Cobertura sanitaria universal: ampliemos nuestras aspiraciones para la salud y el bienestar en un mundo pos-COVID”.
La meta sobre la CSU mide la capacidad de los países para garantizar que todas las personas reciben la atención de salud que necesiten, en el momento y lugar que la necesiten, sin tener que hacer frente a dificultades financieras. Abarca el espectro completo de servicios de salud esenciales, desde la promoción de la salud hasta la prevención, la protección, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos. Resulta alarmante que los progresos mundiales hacia la CSU se fueron ralentizando en gran medida desde 2015, antes de estancarse en 2019.
“En última instancia, la cobertura sanitaria universal es una elección, una elección política”, declaró el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. “La declaración política que los países han aprobado es señal inequívoca de que se decantan por esa elección. Ahora bien, no es una elección que pueda hacerse solo sobre papel. Se traduce en decisiones presupuestarias y políticas. Y, sobre todo, se traduce en inversiones en atención primaria de salud, el camino más inclusivo, equitativo y eficiente hacia la cobertura sanitaria universal”.
Los Jefes de Estado y los dirigentes mundiales se comprometen a tomar medidas fundamentales en el ámbito nacional, realizar inversiones esenciales y fortalecer la cooperación internacional y la solidaridad mundial al más alto nivel político a fin de acelerar los progresos hacia la CSU para 2030 mediante un enfoque basado en la atención primaria de salud (APS).
Para que la atención de salud sea verdaderamente universal, se requiere pasar de sistemas de salud concebidos en torno a enfermedades a sistemas de salud concebidos para las personas. La APS, un enfoque para fortalecer los sistemas de salud centrado en las necesidades de las personas, es uno de los ámbitos de inversión más eficaces para acelerar los progresos hacia la CSU.
Los países que han adoptado un enfoque basado en la APS tienen mejor capacidad para establecer rápidamente sistemas de salud más fuertes y resilientes a fin de llegar a las personas más vulnerables y lograr un mayor retorno por las inversiones en salud. Es más, garantizan que un mayor número de personas se beneficien de servicios de salud esenciales y estén empoderadas para participar en la adopción de decisiones que afectan a su salud y bienestar.
Se estima que se necesita una inversión adicional de US$ 200 000 – 328 000 millones anuales para ampliar a escala un enfoque basado en la APS en los países de ingreso bajo y mediano (por ejemplo, hasta aproximadamente el 3,3% del producto interno bruto nacional). Ello podría ayudar a los sistemas de salud a prestar hasta el 90% de los servicios de salud esenciales, salvar al menos 60 millones de vidas y aumentar la esperanza media de vida en 3,7 años para 2030.
La OMS, a través de su red de más de 150 oficinas en los países y seis oficinas regionales, presta apoyo técnico para acelerar la reorientación radical de los sistemas de salud mediante enfoques centrados en la APS, además de facilitar orientaciones normativas sólidas para el seguimiento de los progresos en materia de rendición de cuentas e impacto.
Una vez adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la declaración política se someterá periódicamente a control para detectar deficiencias en su aplicación y buscar soluciones que permitan acelerar los progresos, y se debatirá en la próxima reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre el asunto, en 2027.