Los países deben aumentar la inversión en intervenciones de planificación familiar y atención posnatal de rutina para las mujeres y los recién nacidos en un intento por reducir la mortalidad materna e infantil, así quedó evidenciado en el informe sobre los progresos de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente (2016-2030).
Dicho informe fue presentado durante la 76ª Asamblea Mundial de la Salud (AMS), en Ginebra Suiza donde participan los países de las Américas.
De acuerdo con el documento, en la mayoría de las regiones del mundo -con la excepción del Sudeste Asiático- las tasas de mortalidad materna e infantil se han estancado o han aumentado. La mayoría de estas muertes son evitables y se deben a la falta de acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, así como a la atención prenatal.
En América Latina y el Caribe, cerca de 8.400 mujeres mueren cada año debido a complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto, con un impacto desproporcionado en las mujeres en situación de pobreza y las pertenecientes a minorías étnicas. Aproximadamente 9 de cada 10 de estas muertes son evitables.
Los países de las Américas destacaron la importancia de recuperar los avances en materia de mortalidad materna tras la pandemia de COVID-19, con especial atención a las mujeres de poblaciones vulnerables, así como de reforzar las iniciativas de salud mental para los adolescentes.
La Estrategia Mundial de la OMS proporciona a los países una hoja de ruta para poner fin a las muertes prevenibles de madres, recién nacidos y niños, incluidos los mortinatos, de aquí a 2030, así como para mejorar su salud y bienestar general.
Acción climática
En las últimas décadas, el cambio climático ha provocado un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes e inundaciones, así como un incremento de las enfermedades infecciosas y transmitidas por vectores.
Esto es especialmente preocupante en los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID) del Caribe, que se encuentran en la primera línea del impacto del cambio climático en la región y, sin embargo, contribuyen en un porcentaje comparativamente ínfimo a las emisiones de gases de efecto invernadero, uno de los principales motores del calentamiento global.
Durante la mesa redonda, los participantes destacaron que la salud debería ser un argumento de peso para impulsar el llamado a la acción en respuesta al cambio climático en el periodo previo a la COP28.